lunes, 26 de julio de 2010

columpios e ingravidez...

"Las enemistades ocultas y silenciosas son peores que las abiertas y declaradas"
-Marco Tulio Cicerón

¿Cuánto cuesta una vida? Más de lo que refleja la superficie. Lo peor no es el suceso, es lo que viene a continuación, porque no hay suficiente para los perros que ansían comer lo que nunca tendrán. Olvidan lo difícil que es ponerse todos los días una sonrisa y atreverse a dar un paso fuera de lo que se cree seguro. Poque realmente nada es seguro. Eso a lo que más tememos está más cerca de lo que queremos ver pero no nos atrevemos a mirar; sentimos el aliento en la nuca, de ese monstruo que espera atacar cuando bajemos la guardia, pero no hay que dar cabida al miedo, pues el miedo paraliza y nos impide pensar. 

Y hago un paréntesis aquí, porque es necesario aclarar que no es lo mismo paralizarse que hacer nada. Paralizarse es defender la vida hasta las últimas consecuencias, calculando, siendo precisos, sin omitir nada; no hay margen de error, porque si damos espacio, el enemigo se abre paso y se apodera de todo... 

Hablarán las bocas con sus lenguas de serpiente, que no saben, que no tienen idea, y en caso de tenerla, se ciegan a sí mismos para continuar en la perfección de sus mentes perversas. Sabes que te queda el saco, aunque este escrito no llegue a tus manos. Esa inmundicia se desborda por la falsedad en tu mirada sombría, sí, carcomida por la vida, pero sepultada por tu propia desición. Vanalidad es lo que te caracteriza, cosificación y posesión en lo que gira tu inútil existencia. ¡Ay, pobre de ti, alma derrochada! Que cuando llegue tu hora no volverás a ver la mañana con los mismos ojos ni las mismas garras.

Y no es que te desee el mal, al contrario. Me llamarán loca las mismas personas que ahora me ven como cualquier cosa, pero en el dolor que me sembraste, cosecho miles de razones para sentir pena por tu corazón putrefacto y lleno de calamidades. Eres el cinismo encarnado, lo deshumano conformado por el engaño; eres todo lo que nadie cree que seas, porque no miran sino es con los ojos. Y yo, yo soy mucho más de lo que creíste haberme arrancado. No soy dócil, no soy de tu propiedad; no estoy desvalida esperando que aparezca algo para comenzar a andar. No soy lo que tú creías ni mucho menos lo que yo creí. Soy de carne, pero no para las fauces de tu inmunda existencia. Eres la suciedad con forma humana: te pudres por tí mismo, pero arrasas con aquello que dices que amas. ¡Ay de ti, cuando los centinelas llamen a tu puerta! Porque estás paranoico, pero no preparado. 

Amo los columpios y la sensación de ingravidez...
Amo saber que todo estará bien...

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