jueves, 22 de julio de 2010

asimétricos matices

"La incertidumbre  es una margarita, cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar"
- Mario Vargas Llosa

La oportunidad de vivir es una enorme responsabilidad. Siento que no tengo tiempo, que se ha perdido demasiado; es como si la premura por respirar me impidiera dar el primer paso firme, y solo aventara patadas para sentir la realidad hasta la punta de los dedos. Renacer es el mayor regalo, pero no es tan fácil como suena. O más bien es tan fácil, que se vuelve confuso, que no responde nada como uno quisiera que lo hiciera: cada breve instante da vueltas en la cabeza y se difusa tras las cortinas que han de separar las lágrimas de las risas.

Darme cuenta de la brevedad del tiempo me agota, me estresa; la emociones me toman por sorpresa, son inconsistentes, difíciles de controlar, aún más de lo que comúnmente ya eran. Una caja me rodea, me encierra en cuatro paredes para salir de todo esto ilesa. pero no es suficiente, pues la presión siempre viene desde adentro de mi misma, no desde afuera.

Me siento apresada, cautiva en una prisión que sólo es mía. Todo se siente escaso y al mismo tiempo yo parezco no tener lo necesario para escapar hacia otro lado, y el ritmo fluctuante del exterior, me sumerge hasta dejarme aturdida, hasta perder los ojos y gastar la vista.

Frenética, eufórica, neurótica, depresiva... Voy de un pico hacia otro invertido, una vorágine de sentimientos imposibles de encapsular. ¡Oh no! Se disipan como el viento y no hay fortaleza que los pueda soportar.

Entre las gotas de lluvia que enfrían mi cabeza y aligeran los pensamientos, no logro comprender del todo que los 'porqué' son frenos y los 'para qué' son impulso. Destrozo, brinco, juego con las lecturas en mi mente, disipo la amargura y después arremete con nuevas armas que desquician lo poco que queda de mi cordura, en vísperas de la justicia que no veo apresurar el paso.

¿Cómo surcir las memorias? ¿Cómo escapar de lo que agobia y desgarra sin piedad en favor de la barbarie? No había comprendido cuán largo puede ser este maldito viaje, y aún no sé en qué momento abordé y mucho menos cuando pisaré puerto en suelo neutro, hasta ahora que veo los días apretujarse en rincones del tiempo acumulado en la cabeza, conforme se filtra y se nubla, zozobra, y una vez más, los pasos se inclinan ante lo incierto.

Alguien, por piedad, ¡devuélvame la calma! Si no ha sido suficiente el inmundo pasado, y el futuro sólo es una promesa, no quierdo perder mi presente en añoranzas y miradas que no entienden, que no son de verdad, sino complejas quimeras que construyo en la insaciable resequedad de mis manos que a ratos se sienten muertas. No quiero quedarme con los ojos abiertos sin dar cuenta a lo que pasa, a lo que aprecian. Ser estática no es parte de mi esencia.

Culmina el dolor en un vórtice escarpado de cenizas y sangre que brotan de una fuente desgarradora, entre gritos y pesados pies descalzos sobre la más triste duela de cristales. No cometeré la infamia de quedarme atascada sin hacer nada...

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