viernes, 12 de julio de 2013

No sé qué.

La memoria se abre paso entre los abismos
Que forjamos como escudos cuando por breves instantes,
Entretejemos los dedos.
La vida no es una, son muchas en una misma
Porque con cada amor perdido se siente irse la vida
Porque cada vida desvanecida nos ha arrancado un amor
Porque entre la brisa, palidece mi semblante
Y es un hecho que al mirarte taciturno y distante
Me cercioro de que los tragos amargos
Se asienten pasando por alto el adiós constante.

Porque amor que no se mata después de haberlo padecido,
crece contaminado entre cardos y ortigo
Porque amor que no se entierra, después de éste haber perecido
Se limita a contaminar con su sopor el aire
Y aunque la intención no ceda,
No hay manera de detener la quemadura
cuando la llama se ha aferrado a la carne.

Tenemos ganas de no ser más que predadores lejanos en vigilia.
No amamos, sólo nos revolcamos para hacer a un lado la desidia
Y sucumbimos ante los placeres momentáneos que amenazan
Con hacer a un lado el trasfondo intelectual de la alegría.

Tenemos ganas de ser eso que nunca pueda alcanzarse
De ser la fragancia en la ceguera que no conduzca, que sólo pierda.
Tenemos ganas de correr bajo la lluvia, sin que se mojen nuestros pasos
Tenemos ganas de ser alivio pasajero a una enfermedad que concreta los daños
Tenemos ganas de ser zanja, mas no trinchera.

Tenemos ganas de ser muy poco, y es hasta que despertamos
Cuando nos damos cuenta que entre lo poco dicho
Y lo mucho hecho, entre los nudos de los cuerpos
No hay pasaje suficiente en la memoria que nos haga comprender
Cuan inútil es pretender obviar que con cada hueco hecho para sepultar lo incierto

Desatamos una vorágine de algo que se convierte en demasiado
Cuando por fin nos ha abatido por completo el tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario