viernes, 6 de abril de 2012

Cinco de cuatro

Tipo el amor más grande, ese que nunca pasó.

Y juras tú, mi amor, que cuando me preguntas cómo estoy te he de contestar que me lleva el diablo, que te extraño como nunca he extrañado, que quiero abrazarte y sentir tus besos como antes, como cuando solía importarte; que no soy capaz de pensar en nada que no esté relacionado contigo.

Has de pensar que se me acabó la vida en tu arquetipo, que me desvivo tratando de arrancar tus huellas en mi piel, que tu aroma es necio y no se aleja de mis sentidos. Seguro querrás escuchar que mis latidos se mueren si no está tu pecho contra le mío y que no he olvidado todo lo que habíamos prometido.

Seguro crees que por las noches no puedo dormir, seguro crees que se me dificulta vivir sin todo a lo que sólo tú le dabas sentido. Seguro te has comprado la idea de que no puedo sonreír sin tu cariño, sin tu roce, sin tu amor, sin las madrugadas que me dejaban sin aliento en medio de un éxtasis casi sombrío.

Pensarás que para mí todo es insípido y te habrás comprado también la idea de que no sé andar si no es por tu camino; que me duele tenerte todo el tiempo en mi mente y que mi vida no es la misma desde que dejaste todo a la suerte. Que es llano mi vivir frente al recuerdo y que se me va la vida en esperar tu regreso. Que la hervencia es más viable ante embalumbrar mi corazón inseguro con esperanzas inocuas que destazan mis días, mis ayeres, mis mañanas, mis placeres.

Mis pensamientos pueriles me azogan, al punto de cercenar lo poco avanzado tras la luna oculta: debiste terminar de irte cuando el último haz de luz partió tras la bruma.

Fuiste brindis de un rato y me dejaste, en la cachada del despojo, a un corazón que simplemente, para tí, quiso darlo todo. Sólo puedo ya seducirte más allá de mis sueños, donde ni te enteras, ni te importa, ni te integras.

Y no, mi amor, no te diré lo que quieres escuchar, no hoy.

Y sí, mi amor, tu boca podrá decir lo que sea, pero tus ojos fijos revelan, con el aire fresco en la solapa de tu orgullo, que tus trincheras se caen, gritando en un aislado abrazo prolongado, en lo fútil del mundo al rededor, que todo en tí, me extraña tanto como yo a tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario