viernes, 21 de septiembre de 2012

Un día (casi) cualquiera.


"Si no puedes ver el humor en las cosas, sería mejor que te murieras".
—David Bailey

En la vida, las cosas tristes no piden permiso, sólo entran sin tocar. Entran como el polvo: por las ranuras, por las ventanas, por las chapas. Entran atoradas en los zapatos y enredadas en el cabello. Hagas lo que hagas, entran.

La felicidad es eso que no escuchas llamando a tu puerta, mientras tratas de evitar que las tristezas entren por la fuerza.

Así que sonríe, sé feliz mientras puedas y cuanto quieras. No pelees con lo que te acongoja o te hace sentir débil. Lo feo es volátil, sólo se queda un rato y, como polvo, para alojarse necesita de corazones flojos a los que no les importe convertirse en miserables.

1 comentario:

  1. A veces las tristezas cualgan como charms extras en nuestros brazaletes invisibles. Resulta el doble de triste ver cuando se sobre acumulan y quien las porta (encorvado) casi cae contra el suelo al no poder con tanto peso, y sin embargo, no deja ir algunos pendientes.

    ZikkaTot tocando a la puerta, ¡eso es alegria!

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