jueves, 29 de marzo de 2012

Simplifiquémonos la vida

Simplifiquémonos la vida.

Ser uno mismo es muy sencillo, supongo que lo difícil es serlo con el resto del mundo. 

Miren por ejemplo a mujercitas como yo, a quienes por todos lados nos andan diciendo "bonita", "guapa", "increíble". No me mal interpreten, soy agradecida en cuanto a los cumplidos y sin embargo, nunca alguien se para realmente a tratar de conocer lo que se encuentra debajo de una cara bonita.

Las chicas como yo saben mantener sonrisas, aún cuando por dentro se las esté llevando la chingada. Las chicas como yo no conseguimos trabajo tan fácil como podrían pensar ustedes, ya que podemos ser "conflictivas" (que despertamos pasiones, pues). Las chicas como yo deben escoger excepcionalmente bien a sus amigos, porque no sabes quién te quiere dar la mano y quién nomás te quiere coger.

Y cuéntenme, ¿quién, rara vez se ponen a pensar en que algunas odiamos ser etiquetadas como "guapitas"? Por que más allá de ser una ventaja, es una de esas cosas maldición/bendición que podemos usar para ser cabronas, sí, pero otra le sufrimos un poquito, pues hay quienes sólo se dedican a vernos bonitas, intocables y subirnos en un altar. Nos idealizan, nos ven perfectas para ustedes, pero sólo porque quieren pensar que es así. Porque al menor error, se les rompe su cuento en mil pedazos, pues nunca vieron a la persona real, sino a la que crearon en su mente.

Ustedes creen que a las niñas bonitas se les conquista diciéndoles que son bonitas y eso no funciona así. A las niñas bonitas se les conquista con detalles, con sentido del humor, con palabras inteligentes; con silencios que digan más de lo que la boca pueda expresar, con momentos breves que signifiquen todo. A las chicas como yo, no nos importa un abdomen sin six pack, ni un peinado "arruinado" por el que escurre el gel a causa de la lluvia; no nos importa apretar la agenda, perdernos un concierto, dejar de hacernos un tatuaje; no nos importa su pasado, ni quién estuvo antes, ni quién podría estar ahora; no nos importa el frío, ni la imperfección de una nariz rota, ni una ligera separación de dientes. A las chicas como yo, nos dejan sin habla las miradas profundas que desnudan el alma, nos eriza la piel un leve roce sin malas intenciones y nos prenden también las sucias intenciones de aquél a quien amamos; nos gusta que nos seduzcan, pero también nos gusta seducir. A las mujeres como yo, nos gusta sentirnos deseadas, pero no por una cara, ni por un cuerpo, sino por el paquete completo, por que somos torpes, melancólicas, inteligentes, bondadosas, nobles, indecisas, desesperadas, soñadoras, inquietas, perfeccionistas, ambiciosas, amorosas, desquiciantes, berrinchudas, impacientes, impulsivas, aterradoras, solidarias... por lo bueno y lo malo, no sólo por lo que está a la mano.

Las personas somos un escritorio con un montón de íconos desordenados. De vez en cuando, logramos ordenarnos, pero todo el tiempo añadimos y borramos. La desventaja es que no tenemos la eficiencia automatizada de un desgragmentador. Y no nos pueden pedir más de lo que somos capaces de dar. Y no daremos lo que ustedes quieren, sólo porque sí.

A las chicas como yo, nos cuesta abrirnos, nos cuesta decir lo que pensamos y más lo que sentimos. A veces sólo queremos escuchar, a veces sólo queremos guardar silencio y contemplar lo maravillosos que son ustedes para nosotras, tratar de entender que eso está pasando realmente, que no es producto de la imaginación o de un sueño. No somos periquitos todo el tiempo, sólo a veces, nos cansamos de hablar porque escuchar su voz, sus tonterías, sus pensamientos, nos resulta importante, lo atesoramos y lo guardamos ahí, donde quede intacto para el resto del mundo, donde sólo sea nuestro.

Las chicas como yo lloramos fácilmente. Lloramos por todo. Si lo que alguien me dijo es cierto, supongo que hablamos con el corazón en la mano, casi todo el tiempo.

Las chicas como yo, odiamos que nos comparen, odiamos que nos digan "eres perfecta para mí", odiamos que nos digan "eres mejor que...", cuando a mitad de empezar el camino, ya nos están botando por no cumplir expectativas que ni siquiera nos corresponden. Las chicas como yo, nos rompemos fácilmente, pero como somos fuertes, pues tenemos que seguirlo siendo. Las chicas como yo, creemos  y si entregamos, lo hacemos de corazón, sinceramente y porque vamos por todo. A las chicas como yo, nos rompen el corazón una y otra vez y casi siempre preferimos pensar que fue nuestra culpa, porque no somos capaces de creer que alguien haga daño con intención.

Las chicas como yo, odiamos el amor al caparazón. A las chicas como yo, se nos conquista principalmente escuchándonos, y no admirándonos. A las chicas como yo, ustedes no nos permiten meter la pata, porque "siendo tan bonitas, pues son increíbles y tan maravillosas". El día que me digan "eres tan humana y te amo por tus defectos, porque así puedo apreciar mejor tus virtudes". Cuando ese día llegue...

A mí no me vengan con frases baratas, que ya no me las trago. A mí no me vengan con pretextos de secundaria, ni con mitos urbanos. A mí no me vengan con esos "para siempre" de un par de días, ni esos "te amo" que solo arden como la cera bajo las mechas encendidas. A mi no me vengan con promesas cuya garantía sólo sea válida en los sueños, ni me vengan con palabras que crean que me llenan y realmente van abriendo brechas. A mí no me vengan con vacíos disfrazados, que para vacíos, ya tengo por ahí un par de vasos.

Así que simplifiquémonos la vida. La próxima vez que veas a una chica linda, sé tú mismo y permítete conocer a la verdadera chica, sin pensar en lo guapa que es, ni en tus expectativas, ni en lo perfecta que debe ser. Será un favor mutuo que, con algo más que suerte, podría sorprenderte.

1 comentario:

  1. ¿Será normal que me identifique con tus pensamientos acerca de cómo se conquistan a las niñas bonitas? Jaja. Que bonitas conjeturas lucubras Jez :)

    ResponderEliminar